Simiñiqui, fue aquel chofer que se convirtió en vida en una leyenda del transporte interprovincial en Hato Mayor
POR MANUEL VEGA
Por la esquina del viejo barrio de Villa Canto lo vi pasar numerosas veces, pero la vida me dio una sorpresa cuando supe de su muerte.
Rolando Augusto Díaz era hijo del chofer José Díaz y se casó y vivió en la casa de su padre por muchos años con Olga González.
Esto sucedió en los albores de 1970 y en 1992 se mudó a la calle Marcelino Vega No. 20, en el su sector La Palmita, de Villa Canto.
Fue muy dócil y crédulo, solo buscaba hacer el bien, colaborar y no causar daño a los demás.
Amable y bondadoso hasta con quien no conocía o era de su agrado.
Quien escribe lo conoció y puedo describirlo como una persona cándida, empática y dócil.
Fue aquel chofer bonachón, una buena persona, que nunca actuó con maldad ni con mala intención, ni pravedad.
Era de carácter apacible y amable y con quien lo hacía sentir mal, luego iba y lo abrazaba y hasta pedía perdón.
Simiñiqui, como era conocido en todo Hato Mayor el chofer de carro público, procreó con Olga a sus hijos: Ramón Augusto, Ricardo (Richín), Rolando Eliezer y Johanna Suhail.
A Simiñiqui agradezco todas las bolas que me dio a San Pedro de Macorís, cuando estudiaba Ciencia de la Comunicación Social (Periodismo), en la Universidad Central del Este (UCE), entre los años 1983 a 1985.
¿De qué forma usted lo recuerda?