La palabra “vaina”

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VISIÓN PROPIA/RICARDO VEGA
No sólo en República Dominicana, sino también en Colombia, Venezuela, Cuba y otros países latinoamericanos, la palabra “vaina” ha adquirido una sorprendente versatilidad.

Es usada con mucho más frecuencia de lo que pudiéramos imaginar.

Muletilla verbal, recurso para los hablantes en apuros, sonsonete cotidiano, palabra que lo define todo y no define nada.

“Vaina” se ha convertido en el vocablo favorito de los hablantes hispanos.

El término más socorrido, el más usado, el que los saca de aprietos, al que hay que recurrir cada vez que tropiezan con algo cuyo nombre ignoran o han olvidado: “la vaina esa, la vaina aquella, la vaina esta”.

Con el paso de los años el término fue transformado en un comodín para nombrar todo tipo de cosas, buenas o malas, sabrosas o insípidas, pequeñas o grandes, agradables o aburridas. Claro está, en la lengua netamente coloquial.

Esto ocurre, principalmente, porque la misma se presta para nombrar rápidamente cualquier “cosa” o “asunto” a los cuales, por dejadez o ignorancia, no se les quiere llamar por su propio nombre.

La RAE define «vaina» con varios significados, tanto literales como coloquiales. En su sentido más básico, es la funda de un arma blanca o de un instrumento cortante.

También se refiere a la cáscara o cubierta de algunas semillas, como los guisantes. Además, en anatomía, puede ser la envoltura que protege un órgano.

Sin embargo, con la colonización, la palabra llegó a América para convertirse en todo un fenómeno, para referirse principalmente a cosas, asuntos, situaciones, molestias o personas irresponsables.

En el caso dominicano, comenzó a utilizarse para designar el machete que usaban los campesinos. De ahí “pásame la vaina”.

En Bogotá llamaban Juan Vainas a cualquier carajo que se la daba de importante. “Gran vaina”. Por presumido, fanfarrón y apuesto.

Los indios peruanos cuando aprendieron castellano llamaban vaina a una mujer bajita y poco agraciada.

Extrañamente, en Chile, “vaina” es una bebida tradicional navideña.

Puede expresar contrariedad: “a mi no me venga con vaina”; ignorancia: “la vaina está peluda”; sorpresa: “mira esta vaina”; igualdad: “son la misma vaina”; fanfarronería: “echar vaina”.

Reacciones inesperadas: “Y hasta aquí llegó esta vaina”.

El autor es publicista, periodista y escritor. Con estudios de Lingüística y Literatura.

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