Ley de la Mandarria extingue monumentos y memorias históricas de Hato Mayor del Rey
La mandarria, utilizada por manos ciegas han destruidos monumentos históricos de gran valor cultural, que como testimonio de la tesonera labor progresista nos dejaron nuestros antepasados
Por Manuel Antonio Vega
HATO MAYOR DEL REY.- Esta ciudad, la cual se le ha denominado la “Capital del Cítrico”, con un legado histórico inmenso por sus grandes hazañas revolucionarias por la libertad dominicana ha ido perdiendo, con el transcurso del tiempo, su valiosa memoria histórica, y muchos de los acontecimientos escenificados aquí están pasando al eterno olvido de sus moradores.
La verdad axiomática es que Hato Mayor no cuenta con un museo de historia municipal y una casa de la cultura que recoja los acontecimientos históricos, que desde la fundación misma (1520) hasta nuestra era se han sucedido.
Por más de cuatro centurias importantes documentos, símbolos y edificaciones han desaparecidos, unas veces por dejadez y otras por el poco conocimiento, aprecio y amor que se tiene a los documentos históricos.
En el archivo general de La Nación en Santo Domingo, se conservan valiosos documentos de carácter histórico y cultural, que deben ser recogidas en copias y conservados en esta ciudad como un legado de nuestros hombres y mujeres que no escatimaron esfuerzos por la emancipación y el desarrollo hegemónico del país.
La construcción de un archivo municipal facilitará que la riqueza histórica y cultural sea conocida por la presente generación y que las futuras conozcan cuales han sido los protagonistas que le han hecho honor del nombre de la ciudad.
Valiosos documentos notariales aún pueden ser rescatados del Palacio de Justicia y la fiscalía, los cuales se encuentran amontonados y tirados en cajas en una esquina del baño.
Asimismo, Hato Mayor es la única ciudad que conserva, aunque muchos se encuentran en estado de deterioro, los libros de sesiones desde 1885, los que constituyen una fuente inagotable de riqueza histórica y cultural de este heroico pueblo.
La historia pueblerina se está dañando y olvidando con los pasos de los años y de la que disponemos no se está dando a conocer en las escuelas, colegios y círculos de estudios, estos últimos en decadencia.
Se ha perdido el interés en conocer la vida de la ciudad, como pueblo heroico, batallador y aportador de hombres y mujeres valiosos en el desarrollo de la nación.
Existe una falta de amor y conciencia acerca de los valores, símbolos y tradiciones del pueblo.
Poco se está haciendo en Hato Mayor para exaltar los valores históricos, culturales, religiosos y deportivos de esta ciudad.
Hay que destacar, sin embargo, que son significativos y valiosos los aportes que en materia de cultura e historia realizan los escritores locales Víctor Espinal, Mártires Morlas, Agustín Vega, Michael Vega, Robert Berroa, Leída Vega, Héctor Camilo Polanco y otros que escribían en las páginas de los periódicos de la ciudad “Agro Este” y “Atacando”.
Es imperativo que las autoridades municipales y provinciales y los centros educativos programen una jornada cultural para enseñar a los hatomayorenses de hoy acerca del origen de la ciudad y sus primeros habitantes, sobre las costumbres, tradiciones y escritos famosos que revolucionaron el comportamiento y vivencia de su gente.
Dos presidentes
Así la gente desconoce que Hato Mayor aportó a la nación a dos presidentes: Pedro y Cesáreo Guillermo (padre e hijo) y que a principio de siglo XX fue una ciudad que atraía presidentes, empresarios, embajadores, que querían conocer a la valiente mártir oriental Secundina Reyes, nacida en Los Hatillos, a tres kilómetros al sur del católico pueblo oriental.
La población debería conocer acerca de la vida religiosa de Hato Mayor y su gran vocación a la virgen de Las Mercedes y la Virgen de La Altagracia, de quien el historiador Manuel Antonio Sosa Jiménez (Boby) afirma hizo su aparición en la comunidad la Dos Boca, en la sección Don López de esta ciudad y no en Higüey como se ha tergiversado la historia.
Muchos hatomayorenses desconocen que el alumbrado eléctrico se inició para el año 1918 con una pequeña planta Delco-Light, de 5 kilovatios de capacidad, instalada por el cubano Jaime Rodríguez, que fue síndico en 1910.
En el año de 1910 se instaló la línea telefónica en esta ciudad y El Seibo, que a la vez estaba conectada a San Pedro de Macorís por el viejo camino de Mata de Palma-Anamá.
El teléfono urbano fue instalado e inaugurado en 1952 por contrato entre el ayuntamiento y el señor J. Pelayo Rancier.
Las viviendas de la ciudad comenzaron a ser numeradas el 11 de diciembre de 1917 y el 29 de enero de 1918, el ayuntamiento, presidido por el síndico David Santamaría, dispuso la construcción del parque municipal de recreo “Mercedes de la Rocha y Coca”.
Las calles Duarte y San Antonio en octubre de 1920; los conciertos dominicales en el parque fueron dispuestos el 11 de junio de 1923, cuando el parque todavía no estaba terminado.
Fueron comerciantes destacados del siglo XIX: Pedro Guillermo, Matilde Echavarría, Gina Pozo, María Ubrí, Federico Montaño, Agustín Giraldo, Ramón de Castro. (Hizo la primera casa de cinc), Ramón Ramírez y otros destacados comerciantes.
Entre los primeros médicos o curanderos porque la medicina no tenía el desarrollo que exhibe hoy, citamos a Amador Cisneros (cubano), Guillermo Loy Sánchez (puertorriqueño); Pedro Serafín Ramírez y Francisco Emilio Puello fueron autorizados a ejercer por el gobierno de ocupación.
Otros médicos fueron Agapito José (dentista), Eugenio Pinatte (Francés) y José L. Oficial.
La primera escuela de música fue formada hacia el 1894 por el prebistero Manuel Antonio Montás y su primer director fue Fermín Quezada (cubano).
Hato Mayor fue fundado en 1520 por el Alfere real Antonio de Coca y Landeche, heredero del mayorazgo de Dávila.
La anexión a España fue proclamada en Hato Mayor seis días antes que en la capital, que a instancia de Pedro Santana fue escogida para sus planes anexionistas, siendo proclamada la anexión el 12 de marzo de 1861.
En ese escenario y traicionado por las promesas anexionista, desvirtuada por la represión y el ultraje a los ciudadanos, Hato Mayor del Rey se conoce como el primer pueblo de la región Este que se incorporó a la lucha restauradora.
Hato Mayor del Rey no solo ha sido fértil en la producción de china, caña de azúcar, ganado, cacao, palma africana y café, sino que sus pastisales, bosques, ríos, arroyos y manantiales han sido fecundos, al aportar dos presidentes, decenas de generales, y miles de profesionales que hoy laboran en distintas áreas del saber humano y han contribuido a enaltecer la patria desde su lar nativo y playas extranjeras.
Acuño la idea y suelto a las nuevas autoridades terminar la casa de la cultura y crear un archivo y un museo municipal.
Ley de la Mandarria
La historia de esta ciudad, fundada por el 1520 y declarada común el 13 de octubre de 1848, ha tenido que escribirse sin la presencia de monumentos históricos, debido a que la “Ley de Mandarria”, como cuenta el historiador e investigador de la historia del Este, Manuel Antonio Sosa Jiménez (Boby), se encargó de sepultarlos.
La mandarria, utilizada por manos ciegas han destruidos monumentos históricos de gran valor cultural, que como testimonio de la tesonera labor progresista nos dejaron nuestros antepasados.
El golpe demoledor de la mandarria en manos del obrero, en minutos, horas, y días ha reducido a la nada muchas obras que restaurándolas serían hoy un atractivo urbanísticos de los hatomayorenses y visitantes.
Las órdenes de autoridades enemigas de los monumentos históricos han sido dedicadas para demoler reliquias que como la torre de la iglesia parroquial, edificada y diseñada por el ingeniero Aristy y el arquitecto Emilio Puello hacia el año 1915, sirvió para ondear la Bandera Nacional y otra blanca, en señal de patriotismo y de paz, cuando en 1916 las tropas Yanquis del terrible capitán Charles Melcker entraron para reducir a cenizas la ciudad.
La torre que estaba ubicada en la hoy glorieta del parque municipal fue destruida en el año de 1953, era de mayor altura (Cinco pisos), para entonces don Víctor Alfonseca (Vale Victo) fue el portabandera durante tres días y dos noches.
Otros monumentos destruidos por la mandarria fueron el mercado monumental, construido durante el gobierno de Horacio Vásquez, en 1926, el Ayuntamiento Viejo, que operó donde se construye la casa de la cultura, frente al parque Mercedes dela Rocha.
También la mandaria derribó el viejo tanque del Acueducto, Los Calvarios de los barrios Punta de Garza, Villa Canto, Barrio Lindo, entre otros.
El mercado monumental fue demolido para unir la calle Quintito Peguero y construir la antigua cancha municipal, donde hoy se encuentra “Oriel Mueble”.
El alambique de Montaño, fábrica de ron y alcohol, cuyo último dueño fue don Federico Montaño, para la década de 1890 fue otro de los monumentos de valor históricos destruido por la mandarria hatera.
Esta pequeña empresa licorera que dejó huellas en el desarrollo económico de esta ciudad y que existió desde los tiempos de la Colonia. Estaba ubicada donde hoy está la tienda “Plaza Ramírez”, en la avenida Melchor Contín Alfau con San Antonio”.
CASA DE LA CULTURA
El asesinado historiador Manuel Antonio Sosa Jiménez, recomendó antes de morir a las autoridades del municipio y personas que todavía guardan y tienen edificaciones antiguas de importancia histórica a conservarlas como patrimonio municipal.
Entre estas obras a conservar consideró la Logia Masónica, Cuerpo de Bomberos Civiles, Casa de Piedras de la familia Lluberes, Piedra de la Rodada, casa de la familia Barceló Salas, casa de Edmundo Barriola, la tumba de Benito Luis, construida en el año 1885.Los nativos de Hato Mayor tienen que velar porque lo poco que queda de nuestra historia no desaparezca, se conserve en el tiempo, restaurándola
Como casa antigua solo nos queda la de la familuia Barceló Salas, ubidada en la salida que va a Sabana de la Mar
